/ viernes 8 de mayo de 2020

Aislamiento separados

Tampoco en aislamiento por contingencia somos iguales y de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Es lamentable que sigamos viviendo mundos tan diferentes justo unos al lado de otros. El aislamiento por el Covid-19 mantiene a unos realmente aislados de prácticamente todo y cerca de una cultura enajenante que no solo no quiere ser mejor, cambiar para ofrecer mensajes positivos, críticos, constructivos; sino que insisten en ver a sus consumidores como mercancía de cambio, clientes desechables.

En mi infancia el que tenía televisor era el líder de la pandilla. Un matrimonio del barrio tenía T.V. en la cochera de su casa, colocaron banquitas y una tiendita. Cobraba por entrar, vendía palomitas y refrescos, veíamos películas de El Santo y caricaturas.

Si hoy pudiéramos repetir la experiencia, aquella cochera sería la Torre de Babel donde cada generación y cada grupo social manejaría un lenguaje diferente.

Y es que la cultura, tristemente, es un concepto muy relativo y un prisma donde no solo es tema el ponerla a disposición de todos, volverla un bien democrático, como quisiéramos muchos. No, la respuesta está en las rancherías del semi desierto y en la colonias del semi desierto más alejadas de los centros urbanos y comerciales de nuestras ciudades aterradas.

¿Qué porcentaje de la población tiene acceso a pantallas Smart, a Internet, a una computadora en casa, a un teléfono con sistema Android ?

Y de ese porcentaje, ¿cuántos comprenden cabalmente para qué y cómo funcionan?

Hay muchos ejemplos, quizá uno de los más tristes es la educación a distancia en estas semanas ¿Cuántos estudiantes están fuera de la jugada? El Estado en todas sus manifestaciones ha implementado un programa de cultura y entretenimiento en televisión e Internet; la misma pregunta.

En el cuarto de diálogo digital faltan muchos porque no tienen acceso, porque no quieren entrar, o porque no entienden y esto no se limita a manejar técnicamente al medio, no es suficiente usar el celular con Internet en clase de preparatoria, no como un auxiliar didáctico, sino como un instrumento alienante.

Entiendo, el Covid-19 no dio oportunidad para prevenirnos, conectarnos con conocimiento tecnológico y entendimiento intelectual a la cabaña digital, a la aldea global; los apocalípticos siguen, seguirán gruñendo como el Cascarrabias de las caricaturas y los integrados intentarán una y otra vez de entender con optimismo lo que está pasando y que nos trastocó la vida, pero aún hay jóvenes en el desierto sin posibilidad alguna.

Definitivo, la cultura se subió a la autopista digital, no todos los usuarios lo hicieron. Ni lo harán.

A propósito, el domingo Tania Libertad será anfitriona de un concierto para las mamás. Véala en www.facebook com.mx/ Cultura Ciudad de México.

@Noticias_AngelR

androli@yahoo.com.mx

www.facebook.com.mx/Angel Reyna

Tampoco en aislamiento por contingencia somos iguales y de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Es lamentable que sigamos viviendo mundos tan diferentes justo unos al lado de otros. El aislamiento por el Covid-19 mantiene a unos realmente aislados de prácticamente todo y cerca de una cultura enajenante que no solo no quiere ser mejor, cambiar para ofrecer mensajes positivos, críticos, constructivos; sino que insisten en ver a sus consumidores como mercancía de cambio, clientes desechables.

En mi infancia el que tenía televisor era el líder de la pandilla. Un matrimonio del barrio tenía T.V. en la cochera de su casa, colocaron banquitas y una tiendita. Cobraba por entrar, vendía palomitas y refrescos, veíamos películas de El Santo y caricaturas.

Si hoy pudiéramos repetir la experiencia, aquella cochera sería la Torre de Babel donde cada generación y cada grupo social manejaría un lenguaje diferente.

Y es que la cultura, tristemente, es un concepto muy relativo y un prisma donde no solo es tema el ponerla a disposición de todos, volverla un bien democrático, como quisiéramos muchos. No, la respuesta está en las rancherías del semi desierto y en la colonias del semi desierto más alejadas de los centros urbanos y comerciales de nuestras ciudades aterradas.

¿Qué porcentaje de la población tiene acceso a pantallas Smart, a Internet, a una computadora en casa, a un teléfono con sistema Android ?

Y de ese porcentaje, ¿cuántos comprenden cabalmente para qué y cómo funcionan?

Hay muchos ejemplos, quizá uno de los más tristes es la educación a distancia en estas semanas ¿Cuántos estudiantes están fuera de la jugada? El Estado en todas sus manifestaciones ha implementado un programa de cultura y entretenimiento en televisión e Internet; la misma pregunta.

En el cuarto de diálogo digital faltan muchos porque no tienen acceso, porque no quieren entrar, o porque no entienden y esto no se limita a manejar técnicamente al medio, no es suficiente usar el celular con Internet en clase de preparatoria, no como un auxiliar didáctico, sino como un instrumento alienante.

Entiendo, el Covid-19 no dio oportunidad para prevenirnos, conectarnos con conocimiento tecnológico y entendimiento intelectual a la cabaña digital, a la aldea global; los apocalípticos siguen, seguirán gruñendo como el Cascarrabias de las caricaturas y los integrados intentarán una y otra vez de entender con optimismo lo que está pasando y que nos trastocó la vida, pero aún hay jóvenes en el desierto sin posibilidad alguna.

Definitivo, la cultura se subió a la autopista digital, no todos los usuarios lo hicieron. Ni lo harán.

A propósito, el domingo Tania Libertad será anfitriona de un concierto para las mamás. Véala en www.facebook com.mx/ Cultura Ciudad de México.

@Noticias_AngelR

androli@yahoo.com.mx

www.facebook.com.mx/Angel Reyna